Por: Leonardo Azparren Giménez
TalCual 05.10.09
Isaac Chocrón
Algunas informaciones más o menos directas refieren el desprecio con el que son atendidos eventos tan importantes como los festivales de Barcelona y Guanare. La Compañía Nacional de Teatro dejó de ser estandarte nacional para devenir coproductora de cualquier cosa, aprovechándose de la experiencia ajena. A la usurpación de los espacios del Ateneo de Caracas se suma el despojo y la patada de los que ha sido víctima el Grupo Theja.
¿Qué queda? La expansión casi sin control del teatro comercial, en pasmosa contradicción con lo que el país vive. El régimen carece de talento hasta para aupar un teatro popular y artístico; es culpable de que esté de espaldas a lo que nos pasa. Hasta los cubanos se han dado cuenta. Hace varios años la directora de la revista cubana Conjunto opinaba así:
"Inserto en una sociedad en revolución, que protagoniza agudas contradicciones sociopolíticas y culturales, no percibo sin embargo que el teatro, espacio por naturaleza esencialmente propicio para debatir las tensiones entre el individuo y la sociedad, esté planteando preguntas o haciéndose eco y produciendo respuestas simbólicas a las tensiones del contexto
La cartelera de fin de semana es suficiente para constatarlo
Por Internet circula una encuesta insólita (respeto su puntuación): "Cómo definiría usted, el reto del teatro venezolano, desde el punto de vista de su sustentabilidad, y su presencia (impacto¬permanencia) en la sociedad? ¿Existe una deuda, del Estado Venezolano con el sector teatro? Si así lo considera explique brevemente en qué consiste y cómo podría saldarse". También habla de "Núcleos de desarrollo Endógenos Culturales" y de "Profesión cultural"
Si éstas son las preguntas para resolver el estancamiento del teatro venezolano, se perdió todo sentido del riesgo y del atrevimiento.
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