viernes, 27 de marzo de 2009

"COLON Y LA NOSTALGIA DEL GUAYUCO"







Noticias 24.
Viernes 27 de marzo de 2009

Chavez dice que donde estaba Colón hay que poner un indio.

Durante la cadena nacional de radio y televisión, el presidente Chávez comentó que habló con el alcalde del municipio Libertador, Jorge Rodríguez acerca de la estatua de Cristóbal Colón que fue retirada de El Calvario, y aseguró que éste le sugirió quitarla de dicho espacio.
“Están atacando al alcalde Jorge Rodríguez, porque allá en el Calvario él me presentó un proyecto para la Caracas socialista, y yo le aprobé unos recursos de 500 millones de bolívares, y allí había una estatua vieja de Cristóbal Colón, y además una estatua horrible, no tiene nada que ver con patrimonio nacional ni nada(…) entonces Jorge me dijo, ‘bueno vamos a quitarla’, bueno quítala, te aplaudo por esa decisión”, comentó.
Asimismo, el primer mandatario dijo que Cristóbal Colón fue el líder de una invasión que se inició en estas tierras y que produjo “no sólo una matanza, sino un genocidio” cuando llegaron los conquistadores españoles a América latina y el Caribe. “Aquí vivían 90 millones de aborígenes, luego de la conquista quedaron sólo 3 millones”, relató.
Seguidamente sugirió que en “El Calvario debería ponerse a un indio o una india presidiendo o señalando el rumbo de la liberación de los pueblos”, dijo.



COLÓN Y LA NOSTALGIA DEL GUAYUCO
Roldán Esteva-Grillet

Febrero 2007

Y van dos las estatuas centenarias a las que las huestes chavistas, nostálgicas del guayuco, hacen morder el polvo gracias al discurso guerrerista de su comandante.
Todo empezó con los improperios desatados contra los españoles cada vez que se aproximaba un 12 de octubre, de inmediato declarado Día de la Resistencia Indígena. Sin embargo, ese odio inspirado en el Decreto de Guerra a Muerte bolivariano era en el fondo un discurso contra Aznar, por secundar la invasión a Irak.
Desde el año pasado, ya salido del poder Aznar y llegado el socialista Rodríguez Zapatero, el discurso cambia y se festeja a España por vía del Quijote, y al llegar el nuevo 12 de octubre la cultura oficialista se pronuncia por un homenaje a la diosa María Lionza, en quien confluyen las tres razas. No convenía entonces hablar de la Colombeia de Miranda y mucho menos de la Colombia de Bolívar, primeros reconocimientos americanos a la figura de Colón.
El gobierno cínico-populista se apresura a condenar tales actos vandálicos, como si no fueran productos directos de esa retórica violenta, últimamente camuflada por otra no menos dañina según la cual todo se habría hecho por amor. Sí, por amor al dinero, al poder y a la destrucción del enemigo de la patria. Los merideños que ya no pueden admirar ese Colón de mármol -aportado hace más de un siglo por la colonia italiana-, deben estar preguntándose si acaso el Discurso salvaje tan bien delineado por el admirado y pacífico filósofo J.M. Briceño Guerreo no estaría, finalmente, cobrando vida en estas acciones. Una prenda que ha dejado de usarse en la mayoría de nuestras etnias, está sin embargo reclamando su reaparición como si de un gorro frigio se tratara. Los nostálgicos del guayuco, representados por el grupo Pachamama –cuyo bautizo de fuego fue derribar y colgar cabeza abajo la estatua de Colón de Rafael de la Cova, cual Mussolini post literam- pueden cantar victoria pues ha cundido su ejemplo si bien con menos aparatosidad y escándalo: al busto merideño de Colón, como a todo marrano, le llegó su sábado también. La decisión se tomó a eso de las tres de la madrugada, como brillante final de una jornada de agitación política electoral, con unas cuantas cervezas en el buche y el deseo ignominioso de dejar huella en la atildada Ciudad de los Caballeros.
Pensar que entre estos nostálgicos de Pachamama se encuentra un nieto del extinto historiador y crítico de arte, Alfredo Boulton, quien oligarca y todo, estudió y puso en valor nuestro patrimonio artístico, incluido el indígena. Es como para deducir que la lección civilizatoria no la tenemos aprendida o que definitivamente nos debatimos todavía entre esas dos categorías usadas por Bartolomé de las Casas: o salvajes o bárbaros.
De nada ha servido el mensaje del amor de la propaganda electoral es verdad, pero para consuelo de los estrategas bolivarianos esos sectores enguayucados de rojo rojito sólo siguen la táctica de los “asesinatos selectivos”: las efigies de Colón, por ahora.

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