Por: Raquel Gamus
TalCual
Viernes 29 de Mayo de 2009
TalCual
Viernes 29 de Mayo de 2009
La noche de los pobres.
Diego Rivera
La recurrencia con la que el régimen de Chávez se ha empeñado en frenar la libertad de expresión y de pensamiento, encuentra expresión en frases tristemente célebres como la peronista "Viva la alpargata, mueran los libros", o la de Millán Astray "Muera la inteligencia", así como en las intenciones de cualquier régimen totalitario que se respete en controlar y hacerle la guerra a su más peligroso enemigo: el entendimiento.
Un apretado resumen así lo confirma: El cerco y los permanentes ataques a las universidades autónomas; la quema de libros y la negativa de dólares preferenciales para su compra; la consideración de Internet como un gasto suntuario; la "proletarización" de la educación, que excluye de los aumentos salariales a los profesores, o la variante de mayores aumentos salariales mientras menores niveles académicos; la persecución a los investigadores, el desalojo del Ateneo de Caracas; el cierre de medios de comunicación.
En sus "Notas sobre el resentimiento en su dimensión psico-política", incluidas en el cuaderno Sobre el Resentimiento, editado por la fundación que lleva su nombre, García Pelayo afirma que en su forma extrema, el resentimiento transforma el odio en la negación de los valores vigentes y en la postulación de un sistema de valores contrarios, es decir, en una "inversión de valores". Las personas y los grupos que representan valores, dice, adquieren una significación negativa.
Para cumplir su cometido destructivo, el resentimiento necesita de aliados como la mediocridad y el fanatismo, que en realidad constituyen las verdaderas 3 raíces de la revolución bolivariana. Por ello el paralelismo institucional. Las misiones educativas, para no hablar de las otras, constituyen una oferta engañosa que en lugar de proponerse formar buenos profesionales para forjar un país y un futuro mejor, están destinadas a conformar una clientela repetidora, desconocedora de sus derechos ciudadanos, que agradezca al caudillo por los favores recibidos.
Por ello también los funcionarios designados deben ser ineficientes e incondicionales, con una importante dosis de indignidad, para garantizar la obediencia de las órdenes del jefe, además del aplauso y la risa a todas sus ocurrencias. Eso explica la designación de un veterinario como ministro de Cultura, de comisarios políticos en el IVIC e IDEA, de Jesse Chacón en el Ministerio de Ciencia y Tecnología.
Se requiere de funcionarios dispuestos a denigrar de su pasado y de las instituciones en las que se formaron, a aliarse con La Piedrita, a mentir, a tender emboscadas y a avalar burdas maniobras como la de creer (o simular que creen) y empeñarse en hacer creer, que los actos vandálicos contra la UCV y la cultura en general, son obra de opositores golpistas.
En fin, de funcionarios que garanticen que ahora en Venezuela ignorantes seamos todos.
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