jueves, 20 de mayo de 2010

S.O.S. PARQUE DEL ESTE S.O.S.

S.O.S.     S.O.S.    S.O.S.


EL PARQUE DEL ESTE

Por: Oscar Hernández Bernalette 
El Universal 20-05-10 



Ese es uno de esos espacios que se hace llevar en las almas. El hoy bautizado Parque Francisco de Mirando en Caracas a diferencia de muchos parques de ciudades importantes en el mundo, más que pertenecerle a la ciudad le pertenece a la gente. Miles de personas convierten ese espacio maravilloso diseñado hace más de 50 años por el brasilero Roberto Burle Marx en la extensión de su vidas y en la prolongación de su cotidianidad, en el aire que llena sus pulmones atropellados por una ciudad contaminada.

Sin embargo, el Parque del Este ha tenido mala suerte. Sus naturales permanentes, la fauna y la flora, los transeúntes, sus amigos y los millares de visitantes que lo utilizan los fines de semana son testigos de la desidia y el descuido de lo que debería de ser el mejor preservado parque de América Latina. Allí está, descuidado, lleno de basura, poco personal para mantenerlo y la ausencia de una autoridad que luche día a día por hacer de este patrimonio de nuestra ciudad un ejemplo.

El parque debe reflejar una bella expresión de nuestro afecto por la naturaleza, por la preservación del ambiente, del respeto a la fauna y a la flora, pero sobre todo que demuestre el respeto que se le tiene a los hombres y mujeres que quienes como enamorados acuden a él días tras día en la búsqueda de paz, sosiego, de espacio para extender su salud, respirar, hacer ejercicios, socializar.

Ese parque es tan caraqueño que es no solo un sitio de encuentro sino de interrelación humana en donde no hay distinción de edad, credo o diferencias políticas. Es como un punto de convergencia para ser más civilizados como personas. Sin embargo, nos hace testigos de la falta de políticas diáfanas y conocimiento de cómo se debe mantener impecable un espacio de esta naturaleza.

Es una angustia para quienes lo visitan, ver el descuido generalizado de sus instalaciones y sus entornos. Los mismos trabajadores están conscientes de lo que poco que pueden hacer. Excluyendo el Planetario Humboldt y que por lo visto la dedicación personal de un capitán de navío quien lo dirige es modelo de cómo pueden ser las instalaciones bien mantenidas. El resto de las 82 hectáreas es muestra de falta de experticia en la conservación de un patrimonio de esa naturaleza. Allí está la frustración que produce la destrucción de la réplica de la Santa María, que no era más que un símbolo de una realidad de nuestra historia y a cambio de otro símbolo como lo es el Leander que traerlo del olvido nos cuesta una construcción paralizada, menos espacio para los usuarios del parque y dejando más bien la sensación de que se quería más que mostrar un barco libertario era recordarnos la imagen nefasta de la Prisión de la Barraca en donde murió el prócer Miranda.

No se le ha dado ninguna explicación a ese pueblo que no ha tomado por asalto, sino por amor al Parque del Este, de qué paso con los millones invertidos en la nada y para la destrucción.

En frente del Parque del Este están las oficinas de la Presidencia de Inparques.
Todos los días me pregunto.
¿Sentirá angustia quien tiene como responsabilidad esa joya del paisajismo?
¿Le preocupará en lo que piensan los miles de visitantes cuando ven tanto deterioro y basura en lo que debería ser un ejemplo de buen gobierno ambiental y de mejores prácticas de conservación?

El parque tal como está no es un buen espejo para los miles de adultos y niños que frecuentemente lo visitan. Creo que podemos hacerlo mucho mejor.

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