domingo, 1 de noviembre de 2009

ROBERTO BURLE MARX ! SAUDADES !


SAUDADES, MARTILLO Y CLAVOS

Por: Ximena Agudo
(Originalmente publicado en TalCual el 31-10-2007)

Quienes se acercan profesionalmente al paisajismo
se comprometen con la vida y proponen lugares dignos para ella.
Si el paisajismo resignifica el discurso de la vida,  
los paisajistas se convierten en guardianes de los brotes de libertad



Celeste Galiano





Si hacer de la Naturaleza materia prima del arte es una cualidad excepcional, lo es más aún ser conciente de que la belleza es una meta posible, y de que el respeto hacia ambas ha sido el noble propósito y el legado de algunos artistas de talla mundial. Roberto Burle Marx (1909-1994), brasileño, además de músico y artista plástico, está considerado como uno de los más grandes paisajistas modernos. En sus jardines convergen la pintura, la escultura y la arquitectura, integradas a los valores plásticos del mundo botánico y natural; en especial, el de los trópicos: raro, exuberante y desmesurado. Pionero de las luchas ambientalistas, los jardines en Brasilia, los de Ibirapuera en Sâo Paulo y el célebre paseo de Copacabana en Río de Janeiro cuentan entre algunas de sus grandes obras. Los jardines del Hipódromo de La Rinconada (1959) y el Parque del Este (1961), en Caracas, fueron dos de los tesoros que plantó en la vida cotidiana de los venezolanos


En este último, sus incomparables jardines xerófilos e hidrófilos, los morichales y los microambientes de bosques húmedos tropicales han sido, por más de cuarenta y cinco años, refugio natural de una fastuosa tanto como delicada fauna silvestre local

Hoy el Parque del Este agoniza como parte de la trepidante destrucción del país, de su gente, de su cultura y de su naturaleza; en fin, de su patrimonio y de su libertad. Basta una rápida mirada sobre los circuitos del parque para constatar cómo los verdes se han teñido de rojo-sangre. Cómo en los vastos campos de horizontes avileños, antes terreno de juego del sol y sus itinerantes sombras (abrigo para el descanso, la tertulia, el romance o la contemplación) han sido deforestados para plantar rígidos módulos preconstruidos. Sus pesadas vigas metálicas compiten con las copas de los árboles, y su primaria estridencia tricolor arrincona la luz, los aires y el espíritu del caminante. Ahí mismo, en la sección norte, tan incongruentes como estériles, un par de churuatas yekuanas ejercen inútil vigilancia sobre el demoledor avance de la arquitectura revolucionaria


El lago que servía de espejo a los morichales, y de puerto seguro a la réplica de la Nao Santa María del legendario navegante, lugar favorito de niños y visitantes todos, ha sido secuestrado y, claro, la nave destruida. Aunque Miranda es el que da la cara, tras él un pirata-constructor de siete mares esconde una obra fantasmal que, perpetua como la revolución misma, se luce engañosamente en una pancarta-muralla que mutila la mirada y que, sin misericordia, fractura en dos toletes los delicados espacios verdes y acuáticos de la sección sur del parque.


 En los linderos de la playa del estacionamiento oeste se acumulan escandalosos escombros gigantes. A su alrededor, aniquilada la vegetación, prolifera una improvisada y maloliente ranchería que obtura el paso y amenaza la seguridad de los transeúntes. La ambienta el ritmo de lo peor de una música incesante que, disparada por altoparlantes, recuerda el horror de las sirenas de guerra en el corazón de la gente de paz. Las caminerías para deportistas, otrora de tierna arena, son hoy intransitables lechos de piedra, huecos y charcos; así como las rutas peatonales de conexión interna son las pistas preferidas de motorizados franelas-rojas, y de toda suerte de vehículos pesados, en tránsito diario sin objetivo cierto


Pues bien, ya las aves del Parque del Este no trinan; las escurridizas ardillas desafían feroces a los visitantes en su tránsito, y hasta las tontonas perezas se han mudado a las enrejadas orillas de la autopista. "Ay, Saudades". Saudades es todo lo que queda del genio de Roberto Burle Marx y su espléndida obra paisajística caraqueña

Razón tuvo Maslow, "sólo clavos ve quien sólo un martillo tiene en la cabeza". Y si Ud. amigo(a) lector(a) aún no se ha dado cuenta, busque su rostro en la inmensa miseria humana que hace años fue siembra en Cuba, y en la de hoy es su única cosecha.


La Habana, Cuba

1 comentario:

  1. Excelente y pertinente articulo Ximena. con tu permiso lo publicaremos en el grupo de FB "SAlvemos el PArque del Este"
    y en Twitter
    http://twitter.com/parquedeleste
    Gracias
    Raquel

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