En reciente entrevista Germán Flores, Profesor de la Universidad Católica Andrés Bello, estudioso de la lengua castellana y de las precisiones del idioma expresa su preocupación por las violaciones al artículo 9 de la Constitución venezolana. En su opinión el ideolecto del primer mandatario se ha ido tragando el castellano hablado en Venezuela. (Tomado de la entrevista realizada por Mireya Tabuas. Véase versión original y en extenso en El Nacional / Siete Días / 22-11-09)
Oswaldo Guayasamin. Serie "Los culpables" (1960-1970)
DICTADOR viene del latín dictator: persona que manda a través de dictados, no de leyes ni de asesores. Lo que Chávez dice de manera oral, informalmene, es lo que se cumple. A través del programa “Aló Presidente” se anuncian decisiones, nombramientos de ministros, destituciones, regalos, etc. Incluso ordena y todos tienen que oirlo: “que me pongan preso a fulano”, “que los jueces hagan su trabajo”. Los decretos o leyes quedan para después. Esos son dictata.
El IDEOLECTO del presidente, (forma individual de hablar el idioma), involucra un estado de posesión de todas las cosas que se expresa con la modificación del nombre. Por cambio de cualidad: NUEVA Pdvsa. Por una nueva denominación: cambio del nombre de todos los ministerios. Por unificación: PODER POPULAR…. Se trata de un cambio de signos que toma unidades enteras y las re-agrupa bajo una nueva denominación y otro significado. Y este último, como ocurre con el color rojo, pertenece a Chavez.
Chávez habla en primera persona; usa incluso una figura llamada complemento de interés. Él no dice: "Este ciudadano debe ir preso según la ley", sino "me lo meten preso". Con ello transmite: "Yo soy el que lo estoy metiendo preso".
De esta misma manera, BOLIVARIANO dejó de ser un adjetivo relativo a Bolívar. Una escuela bolivariana no es del estado Bolívar, ni donde enseñan mejor la doctrina de Bolívar. No, es una escuela donde se imparte la ideología de Chávez, de la misma manera que ahora ocurre con la Fuerza Armada Nacional. Situación de peligrosas implicaciones geopolíticas, ya que lo bolivariano no representa a todo el país sino a una facción política que, a su vez, se internacionaliza.
En el mismo orden, PUEBLO no es otra cosa que él mismo. Su otro yo. En su idiolecto no es el presidente de los venezolanos sino de Venezuela. Por lo tanto, el que no es como él está contra él y por derivación es “traidor a la patria”o “apátrida”. De ahí que el NOSOTROS de Chávez es "un yo con otros que piensen como yo", pues él no reconoce a otros que piensen distinto.
Chávez habla en primera persona; usa incluso una figura llamada complemento de interés. Él no dice: "Este ciudadano debe ir preso según la ley", sino "me lo meten preso". Con ello transmite: "Yo soy el que lo estoy metiendo preso".
Como Dios, la fuerza de su palabra es ley. Si nombra a un ministro de la luz, se hace la luz.
Renombrar significa para el presidente dotar de existencia imponiendo nuevos significados. Sólo basta nombrar para que exista. Tal es el caso del magnicidio. Las pruebas no importan.
Pero como hay cosas que no puede solucionar con la palabra, si no puede hacer que haya agua, si no lo puede remediar, entonces la culpa será alguien más.
Ello explica la omisión con respecto a la INSEGURIDAD. Cree que si no la nombra, la inseguridad no existe. Algo similar ocurre con héroes, próceres y personalidades. Así como ha execrado ha Páez o a Mario Briceno Iragorry, ha exaltado a Alí Primera y a Cipriano Castro.
En los últimos seis meses sólo ha mencionado tres veces la palabra CIUDADANO, a pesar del mandato que con respecto a sus usos establece la constitución. En consecuencia, y proporcionalmente, mientras a Chávez se le designe comandante, lingüísticamente hablando los venezolanos pierden su ciudadanía.
Habló de la guerra, después señaló que no quiso decir eso, sino que tenemos que prepararnos para ella. Citó lo que él afirma que es un adagio. Pero en realidad se refirió a una frase de un autor latino llamado Vegecio, que en el siglo IV escribió SI VIS PACEM, PARA BELLUM: si quieres la paz, prepara la guerra. Es decir, ATACA PRIMERO.
Otras veces, ni siquiera es él quien deshace el entuerto. Para eso tiene intérpretes. Nunca faltan adláteres que señalen que EL COMANDANTE NO DIJO LO QUE DIJO. La prensa o la oposición son quienes cargan con el disparate.
Dialogar supone la presencia de otro, y en ninguna de sus intervenciones él le pide opinión a nadie. No tiene la ignorancia socrática, que es la que dice: "Yo no sé, pero sé que no sé", principio de la ciencia y la sabiduría. CHÁVEZ NO SABE, PERO CREE QUE SABE. Y cuando uno no sabe y cree que sabe, no tiene por qué pedir consejos.
El hace una cosa hoy, otra después y todo lo hace a través de la lengua. De esta manera ha ido acorralando el sistema de libertades. En la medida en que nos dejemos dominar, que él imponga su ideolecto nos tiraniza. Así que la primera batalla que hay que ganarle a Chávez, es la batalla del idioma.
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