EL NACIONAL -
Domingo 05 de Abril de 2009Por: Tulio HernándezSOBRE HÉROES Y TIRANOS
E n tiempos de crisis no hay nada más peligroso que un encuestador con una buena laptop, un videobeam, y una batería de gráficos que muestren las preferencias y los gustos de los electores, tratando de persuadir al líder o al grupo político que le ha contratado sobre cuál es el mejor camino para llegar al poder.
Es la vía más directa al fracaso. Porque si el líder o la organización política no están lo suficientemente enamorados del futuro hacia el cual quieren conducir la nación, terminan convirtiéndose en un aparato o una persona que trata de adecuarse a las creencias de las mayorías a lo que dicen las encuestas y no al revés, de persuadir a esas mayorías de que el futuro puede ser de otra manera.
Si Hugo Chávez en su momento, o Leopoldo López en el suyo, se hubiesen dejado llevar por las estadísticas, habrían terminado retirándose de la contienda electoral que llevó al primero a la Presidencia y al segundo, con apenas 28 años de edad, a la Alcaldía de Chacao. Chávez, porque en octubre de 1997 aparecía con apenas 8% de intención de voto contra el descomunal 38% de Irene Sáez. Y López, porque ni siquiera era mencionado entre los candidatos con opción a ser alcaldes de su municipio.
Estas consideraciones vienen al caso porque el miércoles 1° de abril, luego de leer un artículo de Luis Vicente León, director de Datanálisis, decidí cambiar el tema que tenía previsto para escribir y someter a discusión, con todo respeto, la tesis central de este analista de opinión venezolano.
Sucede que León, en una de sus columnas semanales (El Universal, 01/04/09), en obvia referencia a la decisión que debe tomar el alcalde Manuel Rosales frente al sesgado juicio que se le avecina, sostiene que la única manera de salir de Hugo Chávez, a quien define y comparto su definición como un "titán", es que aparezca un héroe, es decir, alguien que sea capaz de sacrificarse por el destino colectivo y logre reclutar las simpatías de las mayorías que hoy se inclinan hacia Hugo Chávez.
El razonamiento es dos más dos son cuatro. Como Hugo Chávez, un líder mesiánico y carismático, cuenta con el apoyo popular por su condición de héroe-titán capaz de darlo todo por los demás incluso la vida, aunque sea retóricamente, León supone que sólo construyendo una contrafigura del mismo tenor, que no es lo mismo pero es igual, se puede salir de su tiranía.
Lógica de mercado. No de política. Porque, líneas seguidas, León, como para que nos cortemos las venas colectivamente en esta todavía calurosa noche de abril, dice a la manera de aquellos chistes de la noticia buena y la noticia mala que esa figura no existe en la Venezuela contemporánea.
Que nadie anda por allí. Que no se avizora. Que la cosa es para largo.
Pero, por suerte, la historia no es un guión cerrado. Líderes autoritarios y titánicos, en su momento aparentemente invencibles, como Hitler, Mussolini, Perón, Milosevic o el hallazgo más reciente, Alberto Fujimori todos amados por sus pueblos y electos por votación democrática, no fueron echados de sus asientos imperiales precisamente por el surgimiento de contrafiguras de la misma naturaleza mesiánica, sino por circunstancias históricas como la guerra, las insurrecciones populares, elecciones adelantadas o golpes de Estado que, precisamente, condujeron a gobiernos y modos de vida que poco o nada tienen que ver con la colocación en puestos de gobierno de una figura fuerte, de culto a la personalidad, como la que se quiere derrotar.
Una de las más bellas y contundentes metáforas sobre lo que nos está pasando se la escuché alguna vez a nuestro querido Manuel Caballero.
Sostiene Manuel que nadie sale de una pesadilla cambiando de monstruo, que uno sale de una pesadilla despertándose.
Para que Venezuela tenga un futuro democrático no basta salir de Chávez, el déspota filantrópico, es indispensable liberarnos de cualquier figura que huela a héroe, a libertador, a Mesías o a salvador. Es necesario recuperar la confianza en los colectivos. Que de salvadores ya estamos hartos. Que suficiente daño nos ha hecho el culto a Bolívar.
UN PAR DE B....El Universal.com o5 de abril de 2009-04-07
Por: Luis Vicente León […] Es evidente que el éxito electoral de Chávez le dio un nuevo "momentum" de popularidad, que está utilizando para radicalizarse. Intenta dos cosas: 1) validar acciones revolucionarias y 2) consolidar su ideología de izquierda radical. Le ayuda el haber sustituido la institucionalidad democrática por una institucionalidad revolucionaria que respalda sus objetivos por encima de los derechos democráticos convencionales. Ese control le permite avanzar en la creación de una "bóveda de miedo" para atemorizar a sus adversarios. La persecución a Manuel Rosales es una de esas acciones "ejemplarizantes", junto a la expropiación de la planta de Cargill, las amenazas a Polar y el bloqueo a las autoridades regionales opositoras elegidas por el pueblo.
Estoy convencido que los gobernadores y alcaldes deben estar dispuestos a demostrar su honestidad y no creo en concesiones basadas en la solidaridad primaria. Pero cuando vemos que principalmente se investigan, inhabilitan y castigan a líderes opositores, en un país donde el chavismo controla mayoritariamente los puestos de elección popular y todos los cargos ejecutivos corrompibles, resulta obvio que estamos en presencia de una persecución política. Es claro que los "investigados" tienen vulnerados sus derechos. Nadie puede criticar entonces la decisión que puedan tomar para protegerse de ese entorno hostil. El problema es que esa decisión, racional y justa en términos personales y familiares, tiene elevados costos políticos para los grupos que representan.
Hay que tener claro que Chávez es un Titán: fuerte, popular, controla la comunicación y las armas legales e ilegales. Tiene un objetivo claro y está dispuesto a destruir a quien sea para lograrlo. Hay sólo dos maneras de enfrentar a un Titán: con otro Titán, que no existe en Venezuela o con "héroes". Los héroes tienen características distintas al Titán. No son necesariamente fuertes, pero sí decididos, comprometidos, prestos a luchar por sus derechos, dentro de los límites éticos y, por encima de todo, dispuestos al sacrificio y a asumir riesgos que para cualquier persona común serían impensables.
Nadie puede culpar a un hombre que no se lance al agua a salvar a alguien que nada en un remolino gigante que podría ahogarlos a los dos. No se puede criticar su decisión de no tirarse a un precipicio para rescatar a un amigo, si corriera con esto peligro mortal. Y nadie puede atacar a un hombre que decide resguardarse de una justicia sesgada, que pretende destruirlo incluso antes de juzgarlo, más aún en un país donde, paradójicamente, algunos que asumieron ese riesgo en el ayer fueron destruidos por el Titán y olvidados por el pueblo al que pretendían servir.
Todos esos casos tienen algo en común: no arriesgarse era lo racional y comprensible, pero no hay héroes en ninguna de esas tres historias. Sólo lo serían quienes se tiran al remolino. Sólo recordará la historia a quienes saltaron a riesgo de malograrse y sólo serán peligrosos para el Titán, aquellos que se quedan para enfrentarlo, dando la batalla por sus ideales, incluso con enormes desventajas y peligros.
Cuando le dije esta tesis a mi esposa, se enfureció. ¿Estás planteando que sólo Superman puede enfrentar al Titán? Pues no. Lo que digo es que para hacerlo con éxito tienen que haber líderes con la convicción de Gandhi, el espíritu de sacrificio de Mandela y el compromiso de lucha de la generación del 28.
No, no es Superman, son muchos héroes de carne y hueso, de esos que repletan la historia y quienes por cierto, lo único que tenían de acero era un par de b...
Eluniversal.com
07 de abril de 2009.
LA LUCHA ES SIMBÓLICASchemel rechaza que un "héroe" deba encarar al PresidenteEl antichavismo no debe preocuparse por encontrar a un "héroe" que se oponga al presidente de la República. Para Oscar Schemel, presidente de Hinterlaces, "la lucha por la democracia y la iniciativa privada es una lucha simbólica, una lucha por la interpretación, en donde no hay que derrotar a Chávez, sino derrotar su marco de antivalores y su aparato de propaganda"
(...) Schemel aseguró que un líder carismático no se derrota enfrentándolo a otro líder carismático ni con un héroe, "se derrota cuestionando y resignificando el marco moral en que se sustenta su discursos, se derrota confrontándolo desde una oferta superior, con lo que realmente son los valores y principios de la sociedad venezolana"
Aseguró que la crisis "podría ser una oportunidad para estimular los consensos sociales y políticos necesarios para salvar la economía o por el contrario podría servir para alimentar la lucha de clases y el odio social"
Recuerda que la diatriba política se da por enfrentamiento entre dos modelos: "El primero es estatista, interventor, rentista y clientelar, basado en el autoritarismo y el segundo es moderno, con justicia social e igualdad, basado en el trabajo y la solidaridad. (...) El primero es respaldado por 30% de los venezolanos y el segundo es respaldado por 70%".
EL HÉROE ES UN MITO
Eluniversal.com / Opinión
11-04.09
¡Luis Vicente, muérete que NO!
Por: Juan Carlos Apitz
“El héroe es un obstáculo para la participación, el consenso y los logros de equipo”, nos dice Axel Capriles.
El pasado miércoles 1° de abril, en entrevista concedida a este mismo diario con el periodista Eugenio G. Martínez, nuestro respetado articulista Luis Vicente León declara que "a Chávez sólo lo puede enfrentar un héroe", también repitió lo mismo en su artículo de opinión del domingo pasado. Esa declaración es una falta de perspicacia sicológica para desenmascarar la sombra de los ideales colectivos o, por lo menos, una imprudencia intelectual. ¡El héroe es un mito!
En verdad, el héroe nos recuerda hechos gloriosos; hazañas ilustres; virtudes e ideales elevados; grandes logros; actos memorables; retos y acciones valerosas e insuperables. También es temple de espíritu, valentía, arrojo, esfuerzo y sacrificio por el bien común. El héroe es el símbolo de los múltiples obstáculos que tenemos en nuestra vida y del esfuerzo necesario para crecer como individuos y alcanzar nuestro destino.
Cada sociedad y cultura tienen sus propios héroes que aparecen, con diferentes caras y atuendos, en la imaginación y en la vida real. Todos tienen un perfil propio, características, retos e historias diversas; aunque todos son, al final, el mismo. A partir de la mitología clásica se muestran los paralelismos y los patrones recurrentes en las diversas historias y leyendas.
Ingenuamente suponemos que la determinación y voluntad del héroe son valores evidentes, virtudes dignas de emular, que bajo ningún motivo generan efectos dañinos. Aunque el heroísmo puede ser también una forma de demencia. A pesar de que éste expresa conductas y atributos altamente valorados por la colectividad, el heroísmo es el germen de un mal social porque, como código que exalta los logros de la voluntad por encima de cualquier obstáculo, alimenta un egocentrismo perjudicial para la relación entre iguales. La preocupación por la gloria es el rango sobresaliente del temperamento heroico. El héroe personifica la propensión individualista del ser humano, la necesidad particular de distinguirse, sobresalir, ganar renombre y honra; lo que exige que las otras personas tengan atributos inferiores, menos cualidades y virtudes, para que no puedan competir en el reclamo de la distinción. Su interés es igualar y mantener a los otros por debajo; es una deformación de la tendencia individualista que lleva a posiciones personales inflexibles, actitudes rígidas y obstinadas.
El culto a la personalidad es uno de los principales peligros para el despliegue y desarrollo equilibrado de la sociedad. Al estar identificado solamente con el yo y su historia personal, el héroe cae en un estado de posesión en el que prevalecen la falta de límites y la desmesura. Eso explica porqué actualmente los venezolanos somos testigos de tanta destructividad y violencia, grandiosidad, omnipotencia, exhibicionismo y sectarismo.
La identificación con el héroe genera contagio y luego éste degenera en dominación carismática. Las personas y su vida común y corriente, proyectan en el líder al héroe dormido que llevan dentro. La personalidad destacada se convierte así en portadora de la individualidad de quienes, incapaces de vivir su propia grandeza, lo hacen a través del carisma del dirigente; se enamoran y se identifican con él. Sin embargo, en el momento en que la figura del héroe se hace objeto de culto, introduce un elemento irreflexivo que lo convierte, más bien, en caldo de vicios, sectarismo, manipulación e inconsciencia.
Hoy necesitamos más bien un liderazgo colectivo, o mejor aún, conectivo. La naturaleza colectiva del liderazgo consiste en muchas personas asegurando que se cumpla la función social del liderazgo, asegurando a nivel social un modelaje, sentido de dirección, cohesión, motivación, compromiso e inspiración para la acción colectiva voluntaria, sostenida y responsable. Asegurar que cada vez más gente participa y trabaja cooperando en diferentes formas, incrementa la posibilidad de que personas que son capaces de realizar ellos mismos los cambios necesarios, se involucren para influenciar de forma decisiva en el cumplimiento de la función de liderazgo. A esto se le llama liderazgo conectivo –que conecta- propio del liderazgo colectivo. El liderazgo venezolano requiere capacidad social para darse cuenta que las decisiones y acciones deben tener sentido en oposición a decisiones y acciones sin sentido; capacidad para crear sólidas conexiones entre la diversidad y capacidad para navegar con agudeza en ese "mar picado" de retos compartidos entre diferentes.
Necesitamos urgentemente protegernos de la fascinación por el héroe, reflexionar sobre sus aspectos oscuros, sobre la sombra de su mitología. No necesitamos ni el titán de hoy, ni el héroe de mañana. ¡No lo necesitamos Luis Vicente, muérete que NO!
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